El eco sereno de una oscuridadad tímida.
Ahoga el viento en cenizas que se van,
a lo lejos el fecundo sentido
que nace se desalinea sin temor
una véz más la tímida oscuridad
me arrastra con ella,
como sombra de azul pesadilla.
Vierte su silencio, sus frios tiempos,
en mi oceano colorido de quejas.
El ojo que te guarda
tiene en el iris al profeta
niebla mejilla templado
y labios de nieve.
¡hoy! tú, solo tú,
perfecto oscurecer
arrojas al olvido el vaiben
artificial de un día.
¡hoy! tú, solo tú,
perfecto oscurecer
en ti pienso
como carga de nube negra
rodando por mi frente.
¡hoy! y solo hoy,
siento el pesado espíritu
de tu presencia ahorcandome el alma.
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